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lunes, 22 de junio de 2015

CAJAS VACÍAS

La vida era lo normal, todo aquello que tenía que estar pasando. Todo era tranquilo y sosegado. El señor Salamanca se jubiló con una pensión de 1900 euros y ya teniendo pagada la casa y sus dos coches, el señor Salamanca vivía muy bien. Le daban un poco de penilla los jóvenes porque no iban a tener jubilación y porque lo tendrían difícil para encontrar trabajo...para el señor Salamanca el mundo del futuro era una experiencia desoladora y se dedicaba a coleccionar cajas vacías, cajas de todos los tamaños y colores, cajas que no contenían nada.
Para el señor Salamanca coleccionar cajas vacías que no contenían nada le hacía sentirse bien, su mujer murió hace mucho tiempo y el señor Salamanca nunca volvió a casarse, vivía refugiado en sus lecturas de Homero y de los clásicos griegos mientras coleccionaba cajas vacías, había llegado a la provecta edad de 89 años y descontando una diabetes que le dejaba casi ciego de un ojo, por lo demás estaba bien de salud. De vez en cuando se fumaba una buena pipa pero casi nunca lo hacía, el alcohol eran un par de copas de vino con la comida y un par de copas de vino con la cena, tenía una señora que venía todos los días a hacerle la casa por la mañana y se la dejaba bien limpia y desinfectada, pero la comida se la preparaba él, era muy frugal: un poco de arroz, un poco de jamón de york, algunas legumbres...la carne ya no la soportaba aunque algunas veces cenaba en un restaurante cercano codorniz.
El señor Salamanca sabía que un día, con la crisis del euro, le acabarían bajando la pensión...porque no podía ser que los jóvenes ganaran 400 euros y él tuviera una pensión de 1900 euros...¡Y era verdad, no podía ser! Pero lo que no podía ser era que los jóvenes tuvieran trabajos tan mal pagados no que él tuviera una buena pensión, por otro lado fruto de su esfuerzo y de su trabajo durante casi 40 años de Ingeniero de Minas...
Mientras llegaba ese momento el señor Salamanca se gastaba todo su dinero o una buena parte en coleccionar cajas vacías, cajas que no contenían nada. Las compraba en China y en Japón, se las traían por mensajero...también compraba cajas de Australia, Inglaterra y Estados Unidos...Siempre cajas vacías, para el señor Salamanca era una gran ilusión recibir en su estafeta de correros cajas vacías, cajas que no contenían nada.
El señor Salamanca vivía en Madrid donde había casi dos millones de pobres, él no podía hacer nada. Daba un poco de dinero en la iglesia cuando se acordaba de ir, pero sabía que esa no era la solución, tenía ciertos reparos a involucrarse políticamente en cualquier medio o partido porque él ya había vivido una dictadura de joven e incluso una guerra civil, él ya había pasado por lo peor y ahora le tocaba disfrutar aunque sentía que a los jóvenes les tocaran vivir tiempos difíciles con menos oportunidades y más peligros, pero no era su vida ya, se trataban de otras vidas.
A veces caminaba por ciertos barrios de Madrid y no veía vida ni actividad y sí muchos comercios cerrados, mucha delincuencia e inmigración, era el mundo del presente, un mundo distinto al que él había conocido cuando en España sólo había 22 millones de habitantes y ¡claro! todos tenían trabajos y en general buenos sueldos, luego llegaron las desrregularizaciones de mano de los gobiernos socialistas en el poder y la calse obrera perdió todos los buenos sueldos y beneficios que habían tenido gracias a Franco, lo que hizo que en España una buena parte de la clase obrera siempre fuera votante del Partido Popular...y luego entramos en la OTAN y después la guerra y la crisis y más guerras y más crisis y siempre ha sido así, guerras y crisis, por todo el mundo, desde que el mundo es mundo. Por eso a sus 89 años no le parecía raro que hubiera crisis y guerras lo que le sucedía al señor Salamanca es que nunca había visto una crisis de semejante magnitud...¡Parecía otra cosa! Parecía más bien una guerra, una guerra económica pero una guerra al fin y al cabo y en esa guerra a él le había tocado sobrevivir con una buena pensión y amparado y auxiliado por su hobbi de coleccionar cajas vacías, lo que era paradójicamente lo único que le llenaba.
El señor Salamanca sabía que más tarde o más temprano todo reventaría en Europa, que habría revueltas y rebeliones y grandes algaradas y violencias, sabía que era inevitable que sucediera eso, sin embargo todo aquello ya lo había vivido una vez, el mundo es cíclico, todo se repite pero sin embargo aunque todo se repita en cierta manera ya no es igual.
Sabía el señor Salamanca que una tercera guerra mundial sería el fin de una tercera parte de la humanidad, llegado ese momento ya no habría nada más que hacer que empezar de cero, aquellos que sobrevivieran para poder empezar de cero, pero pensaba que él estaría muerto para cuando llegara ese momento, no tenía de qué preocuparse. De vez en cuando escuchaba en la radio hablar a los políticos, ya no tenía fe en ninguno pero siempre votaba a aquellos partidos políticos que tuvieran mano dura con la delincuencia y buenas leyes reguladoras de la inmigración, en el fondo el señor Salamanca quería vivir en un mundo más seguro, con más policía y más vigilancia ya aunque le daban pena los jóvenes sabía que muchos se estaban yendo por el mal camino, el problema de España era un problema de educación, había que educar a las generaciones futuras desde el colegio para que aprendieran a respetar...a respetar a los ancianos cómo él ya a no hacer ruido por la calle para dejar dormir a los ancianos cómo él...En el fondo sabía que su postura era egoísta, pero él no podía ser de otra manera, en la calle no daba limosnas, decía que los pobres eran una mafia y sin embargo en la iglesia si que daba limosnas porque en la iglesia los pobres eran otros, eran los pobres de los que nos hablaba Jesucristo, los que siempre estarían con nosotros...en la iglesia se dejaba invadir por un manto de protectora beatitud y se sentía bueno con todo el mundo, cuando regresaba a su casa tenía cuidado de no pasar por los parques donde los jóvenes hacían botellón.
Cuando llegaba el mes de mayo, cercano a la fecha de su onomástica, su interés por las cajas se acentuaba, escogía las más bellas y radiantes cajas para su colección y pasaba las atrdes con los balcones de su casa abiertos por el buen tiempo. Muchas veces no encontraba otra distracción que sus cajas y las abría y cerraba o limpiaba y sacaba brillo sin otra explicación que hacer aquello que le gustaba, así pasaba horas enteras y tardes enteras y muchas veces hasta días, descansando sólo para comer y cenar, pues merendar no merendaba y el desayuno se olvidaba de tomarlo muchas veces.
Tener esa ocupación llenaba su vida, no le gustaba ya el cine, por no cansar la vista, ni le gustaba escuchar la radio aunque a veces lo hiciera, por no ponerse de mal humor.
Los días 3 de cada mes tenía en su banco la suma de 1900 euros, al tener la casa pagada ya y los coches muchas veces compraba finas cajas de nácar en China que le costaban casi todo su sueldo, más de una vez se vio un poco apurado para llegar a fin de mes por los dispendios que había realizado y en cuanto los coches, dormían en el garaje pues ya no conducía pero no quería venderlos porque eran suyos, amigos no tenía muchos, no iba a bares por no parecer un viejo charlatán detrás de las jovencitas camareras y no salía a cenar casi aunque a veces si lo hiciera, sobre todo por Navidad porque sus hijos, con buenos y mejores sueldos que los de España, vivían en el extranjero.
Sus dos hijos mayores se dedicaban a la venta de maquinaria de segunda mano en Alemania, donde habían hecho una pequeña fortuna y no querían saber nada de España ni de los españoles.
Los días iban pasando y el señor Salamanca se acercaba cada vez más a su fin, había tenido una buena vida, se había divertido lo suyo de joven y aunque fueron tiempos convulsos para España él siempre supo nadar y guardar la ropa, lo que pasara ahora con España ya no era su problema, ya no le importaba. Ni lo que ocurriera en el mundo tampoco. Se concentraba en sus entretenimientos, disfrutaba del buen tiempo cuando lo hacía y de dos copas de vino en las comidas, sabía que un día iría al banco y su pensión sería sensiblemente más baja, pero tampoco le importaba mucho ya que tenía cubiertos todos los seguros pensiones e hipotecas, sin embargo sería cómo si el estado le estuviera robando dinero pero ya a su edad...¿Qué podía hacer? ¡Si por lo menos eso sirviera para apaciguar el odio que existía en Madrid! Pero con un Madrid con dos millones de pobres era imposible que el simple hecho de recortar 400 euros las pensiones más altas fuera a apaciguar los ánimos, porque el dinero recaudado iría para la banca y para pagar la deuda de España y no para dar dinero a los más necesitados, el problema era general en toda España donde ya se mascaba el rencor y la frustración y la juventud emigraba en masa a Londres y Reino Unido...alguna vez se tendrían que dar Rentas Básicas a todos los pobres de España, más de veinte millones de personas...¿Pero de donde se iba a sacar el dinero si no había dinero en España? Era un problema para el que el señor Salamanca no encontraba solución, temía sin duda que se acercara una gran guerra.


1 comentario:

  1. El relto esta muy bien ...lo que no entiendo es la foto del grupo de "Europe" que se rompe la moneda del euro??????

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