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sábado, 3 de diciembre de 2016

GOTAS DE VIDA


El futuro es el infierno pero todo su peso descansa entre las células muertas de nuestro cuerpo que ya no se recuperan, que ya no se renuevan. El bosque en el que se pierden los hombres se llama caldera y la caldera está llena. Los oprobios brillantes siempre igual a nosotros y lo esquivo que no deja de amar.

Un día perdido por un corredor astuto ya ni cansado ni con escarmiento. 
La pesadilla espera y también es brillante cómo los oprobios pues refulge en ellos y yo soy el más solitario de los hombres.
El más solitario de los hombres vale cero y quiere cuadricular, quiere cuadricular un tiempo y una esperanza, la piel no le da problemas.
En medio de todo el esfuerzo de mi sentir todo lo que queda preso y sin nombre y que ha gastado el tiempo, y un gran silencio.
Todo superpuesto en capas haciendo una mentira que genera burlas, por la mañana un café bebido, con leche.
La ilusión ya no está en el vivir sino en ser uno, la ilusión está en representar una unidad.
El domingo estoy harto de algo, llega ese mal humar y luego ese sentimiento pasa.
Adquiero un sentido, un sentido que no conozco y que me hace ver sueños grandes.
Un poco más sincero, un poco el pelo cortado al cero, un poco mas de cerebro.
Pero la voz que clama en el desierto anuncia un gran terremoto y todos se hacen los importantes. 
Y luego la tarde puede pasar.
La inteligencia es mayor, la inteligencia es más grande y mis pensamientos me marcan.
Ha nacido la luna, su guadaña brillante.
Todo fluye hacia el descanso.


Miro las calles sucias y grises entre el vaho del invierno mientras mi cuerpo me pide nicotina, entro en un bar y allí estoy yo, allí me veo y allí me encuentro.

Pienso en filósofos románticos y en los tiempos de mis abuelos y luego me saco cera de un oído.
Bendigo todo el tiempo que he vivido sin trabajar y lo celebro con una pinta de cerveza.
Yo tenía un amigo bombero en Madrid, ahora me acuerdo de él,  era más joven. Luego sigo bebiendo. La camarera me ofrece torta de chicharrones y me llama rey.
Pasan unos minutos, nuevos tragos de cerveza y ahora me acuerdo de un amigo suramericano, también de Madrid.
Paso el tiempo mirando las noticias de internet en el móvil pero en el autobús he ido leyendo un libro. Mis amigos se han metido en una secta y me han dejado solo, a penas me queda espacio para respirar. De repente me he quedado sin amigos, todo es muy extraño. Me siento más fuerte.
La gente es muy extraña en esta ciudad, es muy extraña o está loca. Tomo más torta de chicharrones.


Entro en otro bar, hago cómo que me gusta el fútbol y miro el partido, me sueno los mocos con una servilleta de papel.

Miro durante un rato el partido de fútbol y no me entero de nada. Me fijo en el aspecto de los jugadores, en sus cortes de pelo y en sus barbas de cuatro días. Me parece todo forzado y carente de sentido. Estábamos en el tramo final de la primera parte de un Madrid-Barcelona pero el bar está vacío por la gran crisis que vivimos en España. La gente está viendo el partido en su casa, con una cerveza de 40 céntimos. Más o menos lo que acaba de subir el tabaco, de nuevo. El gobierno sube los impuestos para pagar el déficit pero el déficit es impagable, nada tiene sentido.
Entra una pareja de mediana edad a comer algo, en el bar se está caliente por lo menos. Tampoco está siendo un invierno muy duro, es el cambio climático.

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